Nuestro primer día de experiencia en Uclés no podía ir mejor. El sol nos ha recibido a las puertas del monasterio y nuestras habitaciones estaban ya listas, con sábanas y toallas. Los baños también habían sido preparados ante nuestra llegada. Enseguida se ha hecho la hora de ir a comer. Sobre la mesa nos esperaba una sopa de fideos, cocido y fruta. Por la tarde los mayores han empezado con el taller de astronomía que Claudia y José han elaborado exclusivamente para nuestra estancia. Mientras, nuestros peques se divertían en el patio con varias dinámicas de confianza y juegos como el «Búfalos, Indios y Vaqueros» y el conocido por todos «pañuelo».
¡Ah! No podemos olvidarnos del «gusano irrompible». Afianzamos nuestras relaciones.
Después hemos rotado. Los peques, a astronomía; los mayores, a un juego de roles. Personajes y personas como Mafalda, Steve Jobs, Dr. Jekyll y el excéntrico Sheldon Cooper han poblado las mejillas y frentes de todos nosotros.
Tras tanto ajetreo, qué mejor que una ducha. Después hemos visto cómo se monta uno de estos enormes telescopios. Los planisferios nos han permitido situar mejor las constelaciones que ya empezaban a dejarse ver.
Y entonces, por fin… ¡a cenar! Un rico arroz blanco con tomate y salchichas frescas, además de unos yogures de sabores variados. También ha habido tiempo para hablar con la familia. Una tormenta nos ha sorprendido por la tarde, pero por la noche prácticamente todas las nubes habían desaparecido y, gracias a los magníficos telescopios, hemos podido observar el planeta Júpiter, sus anillos y otros secretos del cosmos. Porque la órbita de Júpiter es caprichosa y para poder seguir al enorme astro hay que ir reajustando las coordenadas, hemos tenido que ir pasando de uno en uno para observarlo. Mientras tanto, los demás veíamos «Ágora», como en una pantalla de cine, y conocíamos la historia de esa increíble e incomprendida mujer que fue Hipatia.