Si al nacer es muy similar la proporción entre niños y niñas, debemos suponer que por estadística, estaremos hablando de la misma cantidad de niños que de niñas de altas capacidades (un 3% de la población). Sin embargo, los datos de identificación en la Comunidad de Madrid son muy diferentes. En la detección de niños y niñas con talento se ha encontrado que la proporción entre sexos indica los siguientes datos: de 6 a 12 años se detecta un 48% de niñas y un 52% de niños; y de 13 a 17 años se detecta un 27% de niñas y un 73% de niños. Teniendo en cuenta que otros muchos estudios demuestran que el nivel de inteligencia del hombre y la mujer son iguales, ¿cómo podemos explicar estos datos?
La foto es de PaRaP en flickr.
¿Se esconden las niñas de altas capacidades?, ¿dan más importancia a las relaciones sociales ocultando sus capacidades intelectuales y así “caer bien”?, ¿tienen una adaptación social mayor al contexto social y escolar visibilizando menos su condición diferencial?
¿Las niñas tienden a adaptarse a las normas establecidas? Y dado que la atención en el aula favorece el rendimiento ante la tarea ¿pasan más desapercibidas?.
Por otro lado, la autonomía, entendida como la capacidad para actuar por sí misma en función de sus necesidades sin dependencia de otros ni de apoyos del medio, ¿las aleja de ser detectadas?, ¿cuales son las atribuciones de género que los adultos depositamos en ellas? También podríamos observar que dependiendo del momento evolutivo, las niñas pueden no necesitar ser reconocidas por sus méritos y pasar desapercibidas al sentirse ¿eficaces? con sus decisiones. ¿Qué valoramos más en una niña y en un niño?
En definitiva, son muchas las preguntas que se abren y que podrían invitarnos a pensar y reflexionar sobre el tema planteado. En consecuencia, desde ARCA pensamos que como bien dice la profesora Pilar Domínguez Rodríguez es necesario detectar tempranamente a la niña de alta capacidad para orientarla en una percepción positiva de su propio género y de sus habilidades.